…SE CONOCEN COMO LOS DíAS DE LAS MIRLAS?
Según la tradición, los últimos días del mes de enero (29,30 y 31) se conocen como los “Días de la mirla”, y se le consideran como los días más fríos de todo el invierno. Se dice también que si estos días son realmente muy fríos, la primavera va a ser bonita; si en cambio son días calientes, la primavera va a tardar por aquel año.
Este nombre “Días de la mirla” llegaría de una leyenda según la cual, para protegerse del frío, una mirla y sus pequeñitos – todos de plumaje blanco- se refugiaron al interior de una chimenea; de este lugar salieron el 1 de febrero, todos de color negro por el tizne de la chimenea. Desde aquel día todos los merlos son de este color.
Si bien la leyenda hable de una mirla (al femenino), en realidad en estos pájaros el plumaje es negro en los machos, mientras que las hembras son de color marrón 😉
La leyenda tiene otras versiones, más o menos similares a la original:
* Según una versión más elaborada, una mirla de maravilloso plumaje blanco, siempre era chasqueada por el mes de enero, una temporada fría y umbría. Cada vez que la merla salía en busca de comida, Enero se divertía en enviar sobre la tierra hielo y frío. Cansada de estas continuas burlas, un año la merla decidió hacer provisiones para un mes, y se encerró en su cubil durante todo enero, que en aquel período tardaba 28 días. El último día, pensando en haber vencido sobre enero, la merla salió y empezó a cantar, con gesto de desafío. Enero se ofendió tanto que pidió 3 días al mes siguiente de febrero, para enviar sobre la tierra nieve, hielo y lluvia. La mirla fue obligada a refugiarse en una chimenea, de la cual salió toda negra… para siempre.
* Según otra leyenda más trágica, dos mirlos (siempre blancos), macho y hembra, se refurgiaron en una chimenea por culpa del frío. No teniendo nada para comer, el mirlo salió para buscar algo de comida. Después de 3 días volvió pero sólo encontró un pajaro negro; no reconociendo a su compañera, se fue. La pobrecita, sola y sin nada para comer, se murió.
* Según otra leyenda, el mirlo y la mirla se habían casado al final de enero, al pueblo de la novia, al otro lado del río Po. Cuando tendrían que volver, ya era tarde y por eso decidieron pararse unos días en la casa de sus parientes. La temperatura baja muchísimo, y el mirlo decide salir para buscar algo para comer. Pero, atravesando el río helado, el pájaro murió. La mirla lloró mucho durante unos días , y se dice que su llanto aún se oye en las noches de los últimos días de enero.
* Existe por fin otra versión más milanés de la leyenda. Hace mucho tiempo, en Milán hubo un invierno muy frío; la nieve cubría todas las calles. Bajo el canalón de un palacio en Porta Nueva había un nido de mirlos, que en aquel período tenían las plumas blancas. La familia sufría por el frío y por el hambre, pues no lograban encontrar algo para comer, siendo todo cubierto por la nieve. Después de unos días, el padre merlo tuvo la idea de mover el nido al interior de una chimenea, para refugiarse más del frío; él se iba para buscar la comida. Dentro la chimenea, los pajaritos se calentaban estando junto a su madre, y también gracias al calor que salía de la chimenea. Después de 3 días, el padre volvió y casi no reconoció a su familia. Menos mal que con el comienzo de febrero el gran frío terminò, y los mirlos pudieron salir. De todas formas, su plumaje siguió negro para siempre.